Sobre el corto documental Guerra, tiza, tiempo / Ausencias Recuperadas de Philippine Sellam, 2020.

A finales de la década de 1990 la crisis económica provoca en Argentina el cierre de numerosas empresas y el consecuente despido de miles de trabajadores. En 1998 los trabajadores de la empresa IMPA (Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentina) recuperan la fábrica en la que siguen trabajando.

Guerra, tiza, tiempo viene a poner el foco en la vida de una fábrica recuperada por sus trabajadores, no sin esconder la extrañeza, la transitoriedad de unos obreros que se han organizado para seguir produciendo prácticamente con la misma maquinaria original. Parece, y así debe de ser, que todo pende de un hilo.

La recuperación de una fábrica siempre puede parecer una conquista, y en cierto modo lo es, (de otra forma ¿cuál sería su destino?) La conquista al menos es conservar su puesto de trabajo. Condenados a tener que trabajar, ¿por qué no hacerse cargo de ello?

Pero yo en vez de ver lo que pudiera tener de conquista, lo que veo es simple y llanamente supervivencia. ¿Adónde ir? ¿Qué hacer ante un cierre inminente? No es ninguna conquista en absoluto, es organizarse ante el desastre, que no es poco, y acostumbrarse a vivir en la incertidumbre. Parece que lo único que no han perdido es su puesto de trabajo. Es quizá el reverso de la autogestión, estar a expensas del sistema, sobrevivir; pero en el lugar más inseguro: casi al borde.

Se cuenta así:

También debe señalarse que IMPA participó de las luchas políticas y sindicales de aquellos años y sufrió el silencio y la represión de los más oscuros. Los cambios económicos del país en esas décadas produjeron distintos resultados. Por un lado, IMPA fue distinguida con menciones empresariales en los años ‘70, sin embargo, a fines de los ‘80 y durante los ‘90, sufrió una crisis productiva y un vaciamiento que derivaron en la convocatoria de acreedores en 1997. En 1997, la empresa ya tenía un desarrollo cooperativo, aunque formal en parte. En realidad lo que se “socializaba” eran las pérdidas, pues los obreros y las obreras apenas podían retirar vales para comer un poco y concurrir al trabajo. Sin embargo, no había patrón. El contexto macroeconómico era privatista en extremo y generaba alta desocupación. Al mismo tiempo, la Comisión Directiva produjo un vaciamiento que culminaría en una declaración de quiebra. En este extremo panorama, los trabajadores y las trabajadoras tomaron la palabra… o la planta. Es decir, ambas cosas.

En IMPA Universidad de los trabajadores.

Suena Silencio en la noche de Carlos Gardel y Horacio Pettorossi

Hoy todo ha pasado

Renacen las plantas

Un himno a la vida

Los arados cantan

El corto no entra apenas en la circunstancia de una fábrica recuperada, no hace falta, la cuestión está ahí. «Tenemos una historia, pero también están las otras historias ―dice Hugo que hace tres décadas que mantiene las máquinas». En esto es en lo que se emplea Guerra, tiza, tiempo; en las historias personales de los trabajadores de IMPA, en los recuerdos que va contando Hugo. En la memoria anónima; «estas historias no salen de libros, sino del polvo».

Contacto a través de la red social Facebook con Philippine Sellam, autora del corto. Mantenemos la siguiente conversación.

Pregunta:

Hola Philippine, Soy Alberto, te contacté hace unos días por Facebook.

Lo primero, quiero agradecerte que te hayas prestado a charlar conmigo de tu corto Guerra, Tiza Tiempo / Ausencias recuperadas. Ya sabes que todavía tengo tiempo para escribir así que podemos hacer esto poco a poco, además estas de viaje…

El corto, personalmente, me ha puesto de nuevo sobre una situación de crisis y desempleo que vivió mi padre en la fábrica Magefesa-Derio desde 1984 aproximadamente, hasta su prejubilación en 2011 (creo recordar) Actualmente la fábrica está cerrada y abandonada. Parte de esos años, los años 90, coinciden con la crisis en Argentina y el cierre de IMPA. Sin embargo, el caso de esta fábrica es bien distinto. Los trabajadores acaban por recuperarla. Me gustaría saber si esto fue un fenómeno extendido en Argentina o si fue un caso singular, y en qué consiste esto de recuperar una fábrica en términos de organización, situación legal y relación con las administraciones públicas. Quiero decir, ¿Cuál es la situación de la empresa y de sus trabajadores? ¿Qué supone recuperar una empresa?

La fábrica donde trabajaba mi padre estaba dedicada a la fabricación de menaje del hogar (tenedores, cucharas, cuchillos, cazuelas, ollas, sartenes, cafeteras etc.) era una marca muy conocida y valorada en España. En Guerra, Tiza, Tiempo, se intuye que la empresa IMPA fue un “icono” de la ciudad de Buenos Aires ¿es así? Originalmente su producción estaba dedicada a la fabricación de bombas y cartuchos y ahora, por lo que se puede ver, dedican la misma maquinaria antigua para fabricar tubos de aluminio para pegamentos y colas. Pero ¿Qué sucede si una maquina se estropea? ¿Qué ocurrirá si una de esas máquinas parase de forma definitiva? La sensación que transmite muy bien tu corto es la de que todo está pendiendo de un hilo, que las máquinas potentes y bien engrasadas traquetean pero no sabemos hasta cuando… Siento que ahí está el grueso del corto: todos, maquinaria y trabajadores, están atrapados en una situación límite que tiene la incertidumbre como horizonte. ¿Hasta cuándo? Es decir, que el hecho de recuperar la fábrica parece que ha tenido dos efectos: por un lado se han dotado a sí mismos de trabajo (pero ¿qué podían hacer sino?) y por otro han quedado de algún modo atrapados y a expensas. Solo hay presente, «lo que hay es lo que hay» y también una presencia importante del pasado.

He buscado en internet información sobre IMPA y aparece como un lugar reconvertido, por un lado, en Centro Cultural IMPA La Fábrica; y por otro en Centro de formación profesional, Universidad de los trabajadores. ¿podrías decirme algo sobre esto?

Tengo más preguntas pero prefiero que sea más una conversación. Tómate el tiempo que necesites para contestar.

Gracias de nuevo.

Respuesta:

¡Hola Alberto!

Discúlpame la demora para contestarte, y gracias por tu interés y por tus preguntas. Algunas van más allá de mi conocimiento, ya que no soy experta en asuntos económicos y tampoco investigué muy a fondo la historia y el funcionamiento de las empresas recuperadas.

Mi motivación para filmar en IMPA y realizar este corto ha sido más bien social, humana y estética. Me fascinó el espacio, la presencia del pasado visible e invisible, la presencia por todos lados de objetos personales que hacen de la fábrica un lugar habitado (y no solo de trabajo), la sensación de misterio en esos espacios gigantes llenos de maquinaria y de objetos pero sin nadie, y por supuesto, la historia de Hugo, su fascinación al momento de hablar de los compañeros que se han ido, sus ganas de mostrarme sus objetos, esas cosas tan pequeñas que simbolizan tanto. En el principio, cuando me planteé hacer entrevistas, iba a preguntar sobre la historia, la organización política y económica, la experiencia de la recuperación, hablar de hechos y sentimientos con respeto a la situación actual y al futuro. No me esperaba encontrarme con anécdotas y detenerme a grabar cositas dejadas por gente que ya no trabaja ahí. Pero me conmovió, y encontré la posibilidad de hacer una exploración más indirecta de la recuperación. La consecuencia es que terminé sin saber mucho de las formalidades del proceso de recuperación, pero sí con una idea y una sensación de lo que pasa en una fábrica fordista cuando desaparece el jefe.

Oracio Campos, que fue el primer presidente de la cooperativa después de la recuperación, ha hablado bastante con los medios y cuenta muy bien la historia. Interviene también regularmente en el museo IMPA, que se abre de vez en cuando para las personas que desean visitar la fábrica y aprender más sobre su historia. En este link (que quizás ya encontraste), podrás leer una entrevista que se le hizo: (inaccesible)

En el principio del proceso de investigación, Oracio me invitó a un evento de dos días organizado por uno de los movimientos nacionales de empresas recuperadas, donde fuimos con un grupo de obreros de la fábrica. Ahí hablaron representantes de otras empresas recuperadas, son bastantes en el país, aunque no te sabría decir bien cuantas. IMPA fue una de las primeras, pero no la primera. Si no recuerdo mal, la primera fue una de globos en las afueras de Buenos Aires, pero tendría que revisar apuntes que no tengo conmigo para confirmarlo. De todos modos, buscando un poco en internet encontrarás mucha información. Fue lindo escuchar las historias de otras fábricas, ¡quizás puedas encontrar algunas!

En IMPA específicamente, sé que la lucha que se dio para recuperar la fábrica fue larga y muy sufrida. Se quedaron días o quizás semanas acampando delante de la fábrica, con frío y hambre. De eso habla un poco Oracio en el enlace que te pasé, pero quizás puedas encontrar otros testimonios.

Mira, aquí por ejemplo.

En la fábrica se fabricaron artículos de aluminio, bicicletas, aviones, y en un momento bombas y cartuchos también, aunque eso nunca fue una actividad principal. Las máquinas son muy antiguas, como viste, y muchas se siguen usando y arreglando, algunas se han reemplazado con el tiempo con dinero de la cooperativa…

El objetivo de la cooperativa hoy en día es tener trabajo e ingresos hasta que todos se hayan jubilado, no entra gente nueva (o casi), y de a poco se va reduciendo la producción. El centro educativo del IMPA permite a personas que no fueron a la escuela secundaria obtener una educación basada en una dinámica horizontal y participativa. El centro cultural ocupa una parte de la planta, y últimamente, se espera que toda la fábrica pueda convertirse en centro cultural, como manera de mantener el espacio y su historia para generaciones futuras, y al mismo tiempo consolidarse como espacio de resistencia.

Que interesante que justamente tu padre haya vivido una situación difícil en una empresa en situación de crisis. Espero que lo que te escribí aquí te sirva, y que encuentres información para poder complementar las mías. Leeré tu artículo con ansiedad de aprender algo nuevo 😉

Para lo que sea, me puedes escribir, ¡un saludo!

Suena Milonga triste de Atilio Stampone

La voz en off, que creo reconocer como la de la propia Philippine Sellam, dice: «Es como que ayer pasó todo, me dijo Hugo, que ve el tiempo pasar en los rostros de sus hijos, pero no en el de sus compañeros. Es verdad que cuando uno se ve todos los días, no se ve pasar el tiempo. Debe ser ese el antídoto de la nostalgia».

Hugo nos cuenta dos historias, no con la alegría de un trabajador que se ha hecho cargo de su futuro, sino con lamento de decrepitud, con la pena de quien ve desaparecer su mundo. Es la del húngaro, que reproducía lo que veía de niño antes de llegar a Argentina.

― A él le quedó un recuerdo, y ese recuerdo eran los tanques, los tanques de guerra. Y él hizo este tanque ―señala un tanque hecho de piezas de metal― tal y como él los veía en ese momento.

Y la historia de González, su jefe de mantenimiento.

― Un día me cuenta… y ya con todo el quilombo que ya había en la década del 90, lamentablemente él agarró cáncer, y había gente que estaba aislada por sus ideas… y él era una de las personas, como yo también… Esta persona, Carlos González… como que quedó solo. Y bueno, él un día vino con una tiza para dejar algo escrito acá; y escribió esto.

Por una de las ventanas de la fábrica saca Hugo una plancha de cartón tapando la claridad desde fuera. En la ventana embarrada emerge una escritura― Dice: 12 del 5 del 59 – 12 del 5 del 99, hoy cumplo 40 años, GRACIAS, Carlos González.

―…Vivió una vida tremenda él acá… y él lo estampó acá porque no tenía a quién contárselo. En el 2000 murió.

Hugo retira el pedazo de cartón y la inscripción desaparece en la suciedad.

― Se que se va a ir con el paso del tiempo ―termina―.

Pregunta:

Hola de nuevo Philippine.

Me gustaría preguntarte ahora por la cuestión de la memoria. Siempre que intentamos acercarnos al pasado, a veces a nuestro propio pasado, surge la dificultad de cómo contarlo. Tu misma me decías que te acercaste a la fábrica IMPA con el pensamiento de hacer una cosa y terminaste haciendo otra.

En el caso de Guerra, tiza, tiempo / Ausencias Recuperadas, el acercamiento al presente de una fábrica recuperada pasa por abordar la memoria, creo que al menos, desde dos lugares: la memoria política, económica y casi nacional de Argentina, y la memoria particular, las historias personales. En esta segunda está muy presente una fina línea que separa la memoria del recuerdo, y también el recuerdo de la nostalgia. En tu corto están muy presentes las dos tipos de memoria y la nostalgia. Me gustaría saber cómo ves la cuestión de la memoria con el medio audiovisual, cómo se conjugan o pueden conjugarse ambas… En relación con la memoria, no sé si considerarías tu corto como un documental, como un relato… etc.

Entiendo que Guerra, tiza, tiempo funciona como un «recuperador de ausencias» tal y como sugiere su título completo. El corto está plagado de presencias (el olor) y de ausencias (el olor también).

En Guerra, tiza, tiempo habla una voz en off, pienso que es la tuya y que lees un texto. Me gustaría saber cómo surge este texto.

En un momento, refiriéndose a la escritura en tiza de Carlos González, dice algo así como: «es un acto sutil, ¡un existo!» Es preciosa esta exclamación, condensa muy bien el gesto de resistencia al olvido. Ese puede ser la mejor síntesis de este pequeño corto, ¿no crees?

Por último, me gustaría hablar de la conjunción de fábricas y centros culturales. IMPA, sin ser una fábrica abandonada se ha reconvertido (en parte, creo) en un centro cultural. También en España y en toda Europa muchas antiguas fábricas han sufrido esa reconversión. ¿Es un buen final desde el punto de vista de la memoria o de la preservación del patrimonio industrial material?

Todo esto y más me ha surgido al ver tu corto. Te agradezco mucho que hayas querido conversar conmigo sobre tu trabajo.

Muchas Gracias.

Alberto.

Pd: Me ha sido imposible acceder al enlace de Oracio Campos, mi antivirus lo bloquea 😊, Un abrazo.

Suena Orgullo criollo de Atilio Stampone

Respuesta:

Hola Alberto,

Que lindas reflexiones y que buenas preguntas, te agradezco. No entiendo muy bien la diferencia entre memoria y recuerdo, el primero tendrá un sentido social y el recuerdo un sentido individual, ¿o les distingue otra cosa?

Para contestarte, con palabras y reflexiones bastante sencillas, el cine que me gusta hacer es un cine que representa algo para resguardarlo del olvido y hacer reflexionar tanto a los sujetos y hacedores como a futuros espectadores. Me gusta el cine documental, las imágenes pueden ser editadas, el sonido post-producido, hasta se puede agregar una voz en off, pero me gusta que el material grabado tenga poca, o quizás, ninguna puesta en escena. Así, interactúa la subjetividad de quien graba con las de los sujetos, generando algo que es, creo, una representación más amplia de una situación. Cualquier material audiovisual es el registro de una memoria futura, pero el documental tiene esa capacidad de darle voz a más de una persona.

En Guerra, tiza, tiempo, la entrevista con Hugo no fue preparada, llegamos con la cámara y nos pusimos a grabar. Hugo nos sorprendió con anécdotas que no nos esperábamos, mostrándose así como una persona nostálgica y sensible, pero también dándonos una idea más tangible de lo que significa la recuperación en la vida cotidiana de los obreros: ocupar el espacio con objetos personales, marcar su territorio mientras se trabaja e incluso en el futuro, cuando otros obreros mantienen activa la memoria de los que se fueron con la ayuda de los objetos dejados. Ahí el existir… existo, pues interactúo con mi entorno de manera recíproca. La fábrica no hace solo exigir que actúe de cierta manera para que cumpla sus objetivos de producción, también puedo actuar yo y organizar el espacio según mis necesidades, ¡y hasta según mis gustos!

Muchas veces, veo cómo mejor el orden social y las costumbres del pasado, y por eso en parte, me gusta retratar lugares y personas que representan el pasado. En el corto, fue una de mis grandes motivaciones, pero hubo otras. El miedo al paso rápido del tiempo ha sido una preocupación para mí desde muy joven, entonces, encontrar un lugar que parece ser un túnel en el tiempo es algo maravilloso, puedo viajar al pasado, tener la sensación de que el tiempo está detenido un rato, y participar en esa detención haciendo un registro. Luego, hay algo un poco metafísico quizás, ¿será que realmente estamos viajando en el tiempo cuando olemos y tocamos cosas del pasado?

El texto lo he escrito porque había filmado imágenes y dos entrevistas sin guion previo, sin siquiera la idea de hacer un cortometraje. Entonces, mientras participaba en un taller de cine experimental con la propuesta de trabajar con esos materiales, la escritura de un texto personal se me sugirió como manera de crear un hilo conductor. Ese texto habla de sensaciones que tuve en la fábrica, de ideas, y de cosas que quisiera haber grabado y no pude. No suelo escribir mucho, pero ese texto me salió muy fácilmente, disfruté escribirlo porque me permitía decir lo que no podía mostrar con los registros que tenía.

Sobre la tiza y el ¡existo!, estoy de acuerdo, es una resistencia al olvido, pero no solo hacia el futuro. Es también una resistencia al capitalismo opresor y uniformizante 🙂

¡Buena pregunta la de la conversión en centros culturales! Pues, depende de qué tipo de centro cultural estamos hablando, y de la visión que tenga su administración. Si está administrado desde abajo, con la intención de preservar y difundir la historia del lugar desde una perspectiva obrera me parece bien. Y en cuanto a las actividades culturales, tendrían que ser auto-gestionadas y promover la libertad para tener sentido y marcar una ruptura con la vieja lógica.

Mira, copie aquí la entrevista con Campos: (VER INGURUAN)

Bueno, ¡espero haberte contestado! Cuando tengas algo más avanzado me lo harás leer. Otra vez gracias por detenerte tanto a pensar y a escribir sobre el corto y la temática.

¡Un abrazo!

Philippine

Pregunta:

Yo la distinción que hago entre memoria y recuerdo tiene que ver con la envergadura de ambas. Memoria a mí me remite a colectividad, a la memoria de un pueblo de una nación, incluso de un personaje ilustre. Para mí tiene esa parte política, incluso de construcción identitaria y también de resarcimiento del pasado. Por ejemplo en España con la Guerra Civil. El recuerdo es más prosaico, pero no menos importante. Yo lo vinculo al ámbito de la intimidad, de la familia, a la individualidad (que también puede ser una pequeña colectividad), sí, cada cual recuerda lo que le parece, o lo que puede… Sin embargo, ambas están estrechamente relacionadas. El recuerdo de Hugo esta directamente relacionado con la memoria de Argentina. Algo así.

¿Tienes algún proyecto más? ¿Qué es lo próximo

Respuesta:

Para contestar a esa última pregunta, hace unos años, empecé a filmar en un barrio humilde de las afueras de Buenos Aires. Ese barrio es fascinante por su historia, su estilo de vida y por el enorme contraste que existe entre él y las mansiones lujosas que lo rodean. Durante los últimos años, se llevaron a cabo obras de urbanización con la meta (oficial) de mejorar las vidas de los habitantes e integrar al barrio al tejido urbano. Me interesa mucho observar y documentar las transformaciones que se dan ahí durante el proceso de urbanización, así como las visiones dentro y alrededor del barrio en cuanto a lo que significa vivir bien.

¡Hasta pronto quizás!

Philippine